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Por bien que cada una de estas obras fue concebida para que, una vez instaladas a la manera de un gabinete de pinturas, el espectador ensordeciera frente al alarido de la vegetación en su lucha por recuperar un terreno amenazado por la acción del hombre, no cabe duda de que en cada una de ellas se esconde la voluntad de confrontar al espectador con una realidad tan irreversible como es su propia condición humana. Ahora bien, más que denunciar lo que a ojos de esta artista representa una amenaza para el equilibrio del planeta, lo que sugieren estas imágenes es la constatación de una realidad frente a la cual se puede o no actuar según lo que nos dicte nuestra propia conciencia.
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