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Cuando él dijo ayer que “nunca me he sentido incómodo ni con la consulta ni con el derecho a decidir”, un internauta me preguntó: “¿Cómo se sentiría si gana el sí-sí?”. Pensamiento instantáneo mío: “¿Y a nosotros que nos importa?”. En este sentido es como Duran se ha convertido una verdad incómoda (como el título de aquella película de Al Gore) para unos y para los otros. Pero básicamente lo tendría que ser para los españolistas, ¡no para los catalanistas! Porque Duran como político es prueba viva que hay muy poco a hacer en España si uno quiere formar parte de ella sintiéndose catalán y reivindicando aquello básico que nos es de justicia. Él es esto y él constantemente se ha topado con la pared de Madrid que incluso le ha llevado a advertir que nos abocarán en una declaración unilateral de independencia. Y que esto lo diga Duran los descoloca mucho. Los incomoda mucho, porque si lo dice uno de la CUP o Alfred Bosch, pues miren, incluso pueden hacer caricatura que les sume. ¡Ahora! ¿Todo un señor cliente del Palace y democristiano y presidente de la Comisión de Exteriores del Congreso? Eso les rompe el contrarrelato sobre lo que pasa aquí. O como mínimo lo puede llegar a hacer.
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