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¿Cyberpunk? No lo creo. Muchos activistas mediáticos (al igual que particulares, empresarios, profesionales y jugadores) están ya, de modo poco espectacular, inmersos en Matrix, que William Gibson describió como una oscura amenaza extraterrestre. El ciberespacio realmente existente no se compone (¿aún?) de aparatos biotecnológicos que conecten el cuerpo humano con redes electrónicas por medio de electrodos. Aparece en el uso de las herramientas de comunicación de las tecnologías de la comunicación. En la primavera de 2003, sólo en Indymedia había entre 600 y 700 listas de correo, más de 600 usuarios se reunían alrededor de las 2.723 páginas de la herramienta de gestión de contenidos Twiki, por no mencionar los más de 60 chats IRC. Innumerables grupos de activistas están adquiriendo confianza en el uso de emisiones de radio y video por red, de la sindicación de sitios web por RSS, de las antenas de satélite, las conexiones inalámbricas, sin olvidarnos de Linux, el sistema operativo no comercial de código abierto. Esta práctica no es una realidad virtual en el sentido en el que se imaginaba en los ochenta, como una simulación gráfica de la realidad. Se produce tanto en el teclado como en los talleres de los técnicos, en las calles y en los centros temporales de medios, en tiendas, centros socioculturales y casas ocupadas.
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