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Teniendo en cuenta que tenemos esos puntos ciegos en la mente y que la verdad es menos obvia de lo que parece, hemos de aprender a cuestionarnos todo si queremos conocernos mejor. Como un investigador hace con las pruebas, hay que tratar de analizar nuestras acciones de forma aislada, sin sesgos de ningún tipo. Esto es francamente difícil. La gente que nos conoce razonablemente bien puede ayudarnos a saber como somos, siempre que tengan la confianza suficiente para decirnos la verdad y no lo que creen que queremos oir. En algunos casos, la ayuda profesional puede ser muy valiosa. Tengo una amiga que empezó a ir a un psicólogo porque andaba un poco perdida, y ha terminado descubriendo cosas sobre sí misma de las que no tenía ni idea. Ha cambiado muchísimo—para mejor—, y siempre que hablamos del tema, repite la misma frase: “Todo el mundo debería ir a un psicólogo”.
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