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El estado de conservación de las banderas era muy delicado debido, tanto a su constitución matérica, la seda, como a su peripecia histórica. Se confeccionaron en plena guerra de la independencia para los dos batallones de alarmas de Galicia, los números 1 e 2 del Val do Fragoso. Finalizada la contienda se entregaron al ayuntamiento de Vigo con la condición de que acompañaran al Cristo da Victoria en la procesión anual del primer domingo de agosto. El paso del tiempo; los desfiles procesionales; y la carencia de espacio adecuado, incidieron tan negativamente en las enseñas que, hacia 1900, se acordó su restauración urgente y su instalación en una vitrina en la Colegiata junto al Cristo. Nueve años después se acordó que no volvieran a participar en procesiones. En 1923 pasaron nuevamente al ayuntamiento y en 1937, como se dijo, al museo municipal recién inaugurado.
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