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Leather jacket, expensive trainers cool enough to get a second look, the obligatory sunglasses and a mobile phone pressed to his ear talking music to someone in his busy disco world. It’s a far cry from the first time I ever set eyes on this mesmerizing French German producer some ten years ago doing the walk of shame home after a crazy night of partying in Ibiza.
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Wie Jean Claude Ades so in der Morgensonne durch Marina Botafich schlendert, das atmet die Aura eines Superstar DJs. Lederjacke, teure Turnschuhe, bei denen man einen zweiten Blick riskiert, die unverzichtbare Sonnenbrille und das Handy dicht am Ohr, am anderen Ende jemand anderes aus der weiten Welt der Musik. Es scheint ewig her, dass ich diesen charismatischen Deutsch-Franzosen das erste Mal sah. Vor etwa zehn Jahren war das, auf dem Weg nach Hause, k.o. von einer verrückten Party auf Ibiza. „Ich werde diese Nacht nie vergessen“, sagt Jean Claude und verzieht das Gesicht, „Ich war auf einer Villa-Party und kannte niemanden. Um 11 Uhr morgens feierten die Leute immer noch und ich wollte nur ins Bett, ich war fertig. Also ging ich zu Fuß heim und brauchte über drei Stunden. Nie wieder.“
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Caminando por Marina Botafoch bajo el sol de la mañana Jean Claude Ades luce todo aquello que le identifica como un DJ súper estrella. Chaqueta de cuero, zapatillas deportivas caras, las obligatorias gafas de sol y un teléfono móvil pegado a su oreja. Esta imagen está muy lejos de la primera vez que clavé mis ojos sobre este fascinante productor de ascendencia alemana y francesa. Fue hace diez años, mientras hacía la caminata de la vergüenza camino a casa después de una noche loca en Ibiza. “Nunca olvidaré ese momento”, dice Jean Claude con una mueca. “Estaba en una fiesta en una villa perdida en las montañas y no conocía a nadie. Me dieron las once de la mañana… La gente seguía de fiesta pero yo sólo quería irme a la cama: Estaba agotado. Tuve que caminar a casa sólo y tardé más de tres horas. Me dije que no viviría algo así nunca más”.
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