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El Gobierno está de acuerdo con los textos propuestos. Se acoge de muy buen grado un convenio internacional sobre la seguridad y la salud en la agricultura, ya que esta actividad es uno de los sectores más peligrosos para los trabajadores de todo el mundo, como se desprende claramente de las estadísticas sobre accidentes de trabajo y enfermedades profesionales. Un instrumento de este tipo transmitiría un mensaje claro sobre la necesidad de mejorar las condiciones de trabajo, especialmente en los países en desarrollo, en donde la mayor parte de la población trabaja en la agricultura. Cabe señalar que las disposiciones de la Unión Europea relativas a la seguridad y la salud de los trabajadores (en particular, la Directiva núm. 89/391/CEE y las directivas individuales promulgadas de conformidad con ésta), que en principio también se aplican a la agricultura, son más específicas y amplias (si se consideran los anexos técnicos detallados de las directivas individuales) que los instrumentos propuestos. Como observación general, los objetivos establecidos en el proyecto de recomendación son muy detallados y, en parte, extremadamente ambiciosos. Es precisamente en una recomendación, por su carácter no vinculante, en donde deberían establecerse objetivos ambiciosos y progresistas.
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