|
|
La segunda sección está dedicada a los Monumentos honorarios, donde se resaltaba la figura del general vencedor, generalmente con ropa militar, coraza, capa y cetro largo. Del Siglo II a.C. se difunden en el mundo itálico soluciones figurativas nuevas: los cuerpos están desnudos, en posición influyente, capaces de expresar por sí solos las cualidades y el carisma de la persona honorada. Es el caso de las estatuas, espléndidas, de los dos generales de Formia, de Cassino (en el Museo de Nápoles) o de Foruli (en el Museo de Chieti). Hoy existen sólo de pocos, entre los más conocidos condotieros de la edad republicana (Pompeo, Cesare, Ottaviano), cuadros comprobados gracias a las reproducciones en las monedas. En muchos casos, las estatuas honorarias poseen rostros cuya precisa identificación aún es objeto de discusión, como los diferentes cuadros de Emilio Paolo, expuestos aquí juntos: un ejemplar de Tirana acompañado con uno expuesto en Palacio Massimo en Roma.
|