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El baluarte típico tiene forma pentagonal, siendo su altura inferior a la que posee la muralla en la que se inserta; de esta forma permitía el disparo por encima de él y ofrecía menor blanco a los disparos enemigos. Cada uno de los muros del baluarte que miran hacia la campaña (o exterior de la Plaza) se denomina cara y los perpendiculares a la muralla flancos. Desde estos últimos podía evitarse la aproximación del enemigo a la muralla, bien mediante disparos realizados desde el adarve, bien desde casamatas pegadas a los flancos en las que se abrían cañoneras. En ocasiones las caras se prolongaban ligeramente hacia la muralla, formando un orejón que protegía el flanco de los impactos de la artillería enemiga. El quinto lado, imbricado en la muralla, recibe el nombre de gola. Distribuidos los baluartes de forma inteligente permitían su flanqueo mutuo, evitando los ángulos muertos que caracterizaban a las torres o a los cubos.
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