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Desaparecen los cuatro personajes entusiasmados con su “Cronicón”, y entran en escena dos visitas a las que el Rey ha concedido audiencia. Son éstos el pianista Dupont, que se deja crecer su melena rizada, y Zinenko. Este último fue guardabosques de una finca propiedad, en otro tiempo, del gran Duque Daniel. La vida de Zinenko está llena de recuerdos sentimentales del actual rey. E incluso le enseñó una canción: “Adiós a la siega”. Entra Black, que aunque recibe cariñosamente a Zinenko, no lo reconoce, como es natural, y causa en éste un gran desconsuelo. Se va Zinenko y queda solo Dupont con Black. A las primeras palabras se observa que aquél conoce íntimamente las particularidades del palacio. E incluso, haciendo jugar los tableros del escritorio, pone a descubierto un escondite automático secreto en la pared. Al fin. Dupont declara que él mismo es Daniel Estebanoff, Príncipe de Orsonia. El deseo del Emperador de casarle a la fuerza con Sofía, estando él enamorado de otra mujer, le indujo a abandonar su patria. Black, digna y honradamente pone a su disposición el trono; pero no es esto lo que le interesa al verdadero Daniel, sino sencillamente conocer al hombre que ha usurpado su nombre.
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